martes, 31 de marzo de 2009

En el fondo

Al despertar me sentí algo más despejado y descansado, fresco de mente. Pero seguía con miedo, era una sensación horrorosa, imposible de olvidar, por ejemplo; recordar un momento de vuestras vidas en el que pasasteis miedo de verdad. Pues bien yo tenía esa sensación desde que entre en el mundo de Pollux, era como llevar una pesada losa en el estómago, como si alguien me oprimiera el pecho.

Le vi de nuevo andando por el andén, me daba la espalda, hablando con un…teléfono móvil, pues si que estaba modernizado, si. Era todo un absurdo, después de lo que había visto, oído y sentido, y ante la imposibilidad de huir…de momento (no había salidas), solo podía seguirle la corriente. De repente mientras le seguía con la mirada me fijé en los túneles, tal vez una oportunidad, pero ¿cuál debería coger, cuál me llevaría a un sitio seguro?, el de la izquierda o el de la derecha. Lo más probable, es que la primera vez que me dejó inconsciente me arrastrase hasta aquí, tal vez un antiguo andén abandonado. Era un verdadero loco psicópata.

Tenía que actuar rápido, quién sabe si tendría otra oportunidad, así que salí corriendo hacia el túnel de la izquierda (ya que este me quedaba más cerca). Aun recordaba lo que pasó la última vez, pero en esa ocasión sería diferente, no estaba borracho, no tenía alucinaciones, no sería lento.

Me sorprendí a mi mismo cuando llegué al final del andén y salte a las vías internándome en el túnel, corrí ágilmente sin tropezar con los raíles, no se veía luz al fondo, pero no se me pasó por la cabeza retroceder o mirar atrás hasta que llegó un punto en el que la luz del andén empezaba a perderse en la oscuridad del túnel. No pude resistirme más y gire la cabeza, casi se me para el corazón cuando vi a Pollux con postura tranquila al final del túnel, su silueta temblaba a contraluz, se estaba riendo. Me grito, “no has dejado que te cuenta nada sobre los detalles de los túneles, no puedes sobrevivir en ellos sin mi”.

Me giré y seguí corriendo, no pensaba escucharle más, no quería más miedo entrando por mis oídos. No iba a escuchar a un loco. Corrí sin parar, no sabría deciros cuanto tiempo ni cuanto espacio recorrí, pero paré cuando los pulmones parecían que me iban a estallar. Debí de correr con los ojos cerrados porque estaba inmerso en la más absoluta oscuridad, en el más absoluto de los silencios, estaba dentro de la nada (si es que esta existe). Mi fuerte respiración cortaba el silencio, lo turbaba, casi podía sentir las ondas sonoras viajar a mi alrededor.
Recupere el aliento y alerté los sentidos, era como si me hubiese metido en la boca del lobo. La nada aterroriza, podéis creerme. Me sentí desorientado y giré sobre mi mismo sin saber qué dirección tomar.

Algo en la oscuridad se movió, pude sentirlo, pude oír un susurro, estoy seguro que también yo era perceptible, es más, me estaban acechando. Empecé a apreciar lo mismo desde varias direcciones, la situación se ponía fea.

No sabía qué hacer ni a lo que atenerme, solo sabía que necesitaba ver lo que apenas oía, pero ¿cómo?...!!mi móvil¡¡, no podría hablar pero ¿daría algo de luz a mi vida?. Saqué el móvil del bolsillo del pantalón, lo desbloqueé y el destello de luz me cegó, algo además de mi se movió, volví a abrir los ojos y pude ver las paredes de hormigón del túnel, me propuse girar 360º para analizar el entorno, pero cuando apenas llevaba 180º los vi. Me quede inmóvil alumbrándolos con la luz del teléfono, no eran humanos, eran bestias, uno frente a mí, otro encaramado a la pared del túnel, ambos me miraban, o al menos eso creo.

Eran como grandes orangutanes sin pelo, con la piel quemada y sanguinolenta, sus caras eran humanas pero sin rasgos, lisas, sin nariz ni ojos, solo una enorme boca llena de dientes que empezaban a chirriar, creo que de hambre. Me di la vuelta para echar a correr, y un haz de luz alumbró no solo a los que pretendía dejar atrás sino también a un tercero que me esperaba de frente. Me quede quieto, no tenía salía, ellos esperaban, sin gruñir, sin respirar.

Se lanzaron sobre mí, me puse en posición de defensa y esperé lo peor, un golpe o mordisco certero, el móvil cayó a mis pies.

A esas alturas de la película no sabía que creer.

No sentí nada, abrí los ojos, la oscuridad volvía a reinar en el túnel, tanteé el móvil, lo cogí y al pulsar el teclado la luz se hizo. Pollux me miraba serio y las bestias nos rodeaban en posición sumisa.

“Chico…”, dijo Pollux, “has estado cerca de estropearlo todo, no me gusta que me jodan el trabajo ¿sabes?, no he creado todo esto para que a las primeras de cambio alguien como tu se lance a mis bestias. Hay reglas ¿recuerdas?, antes de que te mueras tengo que conseguir tu alma”.

“Por cierto, los túneles están vigilados por infrademonios, bestias salvajes, solo responden ante mí…solo ante mí. Ahora volvamos al andén, es por el túnel de la derecha por donde empieza nuestro recorrido”.

Encendió una llama azul en su mano izquierda mientras con la otra aplastaba mi móvil… “sígueme y no te alejes, ¿entendido?”. En ese momento supe en que creer.

2 comentarios:

  1. muy buen cuento.. esta muy bueno tu blog...

    me gustaria te dieras una vueltesita por mi blog, para que te enteres de lo que hay por alla

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