martes, 3 de marzo de 2009

Explicaciones

Ante su indiferencia tuve que volver a preguntarle - ¿me puedes decir de que va todo esto? -. Llegados a ese punto tenía que saberlo, estaba liado y asustado, se respiraba un ambiente denso dentro del oscuro y húmedo anden, era claustrofóbico. Mirases donde mirases había mugre.

Pollux se quedó mirándome con una mueca en la cara a modo de sonrisa picara, como en pausa, yo le devolví la mirada y tardé cerca de treinta segundos en darme cuenta de lo que pretendía, así que dije las palabras mágicas - por favor -.

Reaccionó soltando una sonora y exagerada carcajada en mi cara y pude oler su fétido aliento. “Pues claro que si muchacho”, soltó tras la risotada, “como te he dicho mi nombre es Pollux y soy un demonio...pero de los de verdad, no a modo de este tío esta hecho un demonio, ¡qué malo es!, no, más que un adjetivo es un sustantivo, es mi profesión. Soy un demonio y de los buenos. Sé que es difícil de creer pero es verdad”.

Paró al ver mi cara de asombro, yo a esas alturas pensaba que estaba hablando con el rey de los vagabundos locos, que rey, ¡el dios!...
“De verdad, me dedico a cazar almas, es un empleo antiguo, el más antiguo, desde que el mundo es mundo y tiene humanos, nosotros existimos. Somos la élite profesional del infierno y solo respondemos ante el mismísimo Diablo, somos sus favoritos”.

“¿Me vas cogiendo muchacho?”, en ese momento si que estaba asustado, estaba jodido, pero de verdad, y mientras, el seguía con su discurso.
“Yo provengo de una casta de demonios caza almas, nací en el seno de una buena familia, bien colocada, y si, he sido joven, no nací así...pero bueno no quiero aburrirte con mi vida, ya te iré contando. Ahora lo importante es que sepas que va a pasar”.

“Cada demonio tiene sus métodos en este mundillo; yo como ya habrás comprobado cazo a mis presas en estaciones de metro, en su gran mayoría son despistados, indefensos y débiles, que ¿te suena?. Les traslado a mi dimensión. Esto último lo dijo abriendo sus enormes brazos, con cara de aprobación, supongo, orgulloso de lo que veía”.

“Este es mi lugar de trabajo, lo he fabricado yo, consiste en un pequeño mundo de andenes que se comunican entre sí gracias a tenebrosos túneles”. Y volvió a reír. “Cada anden de tu realidad se relaciona con uno del mío, de esta manera puedo viajar por todo el mundo, me gusta el negocio internacional. Las diferencias están claras, en mi mundo no hay salidas y a los andenes les doy mi toque personal, los hago más acogedores.”

“Pensarás ¿qué parafernalia?, pues bien, es por culpa de varias cosas, cada día hay más competidores, mas innovaciones, mas reglas, porque las hay. No puedo llegar y coger tu alma sin más, tu Dios, el que sea, y el mío hicieron tratos, protocolos de guerra, y por suerte o por desgracia nos regimos por ellos, porque si no los siguiéramos, bueno digamos que la cagamos...”.

“En cuanto a los competidores, ¡uff!, hay de todo, incluso asesinos y depredadores de tu mundo, que, presta atención ¡trabajan gratis! en plena crisis, están reventando el mercado. Estamos mirando como tranquilizar la situación, no sé, ponernos de acuerdo, pero hasta entonces, el jefe dirige una empresa y lo que busca es ganar almas”.

“¡Ehhhh! párame si no me sigues muchacho”. En ese momento y después de lo que estaba oyendo, lo único de lo que fui capaz fue de pestañear, no sé como lo identifico Pollux, el siguió hablando y yo empezaba a sentirme algo hipnotizado.

“Bien, yo me lo monto de la siguiente manera, a ver si te gusta. Mundo símil, metro mundial gigante con toque demoniaco, sin salidas, hasta ahí todo claro. El espacio-tiempo varían…por supuesto, los túneles hacen de portal, de agujero de gusano. Está curraísimo, ya verás”.

“Tu y yo nos vamos a recorrer mi mundo y entre pruebas e historias, tu podrás salvar tu alma o yo cazarla…seguro que te gusta. Llámame romántico pero me gusta pensar que es como la historia de las mil y una noches, bueno, algo parecido, yo cuento las historias pero no para salvarme sino para condenar tu alma. Es un poco lioso pero ya lo iras cogiendo”.

Paró en seco y su mirada se volvió seria…, “va en serio chico, estas a las puertas del infierno así que espabila que el espectáculo va a empezar”. Y sonriendo me lanzó un rápido puñetazo que tras conectar en mi mentón me dejó sin sentido.

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